Se suele comenzar con cierto ardor en el estomago, uno que otro tiron en la nuca, un asma imprevista o una lipotimia sin aviso.
La actriz y escritora Liv Ulman huyó de la isla del genial cineasta Ingmar Bergman sin llevarse siquiera sus efectos personales, y logró que los responsables de la única embarcación aceptaran trasladarla, contrariando las órdenes impartidas. Mi amiga Mimí se casó fascinada y se fue a vivir a una isla griega con su marido navegante, que habia puesto una guardia casi imperial a su alrededor. Un dia, un hermano compasivo del cancerbero le prestó dinero para regresar a Buenos Aires: volvió con su bolsa del mercado y su ropa de entrecasa.
Un colega, Arnaldo R., se fue de su casa con una valija que contenia lo imprescindible. Empezó de nuevo: se compró una cama y una silla. Cambió todos sus números de télefono y casi cambia tmabien de país, pero el afecto por sus hijos lo detuvo.
Pensar que esta gente supo (¿todos lo supimos?) lo que era el paraiso: a través de una mirada, transformarse en la total belleza.
*to be continued*
By: Noemí Carrizo.